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sábado, 11 de mayo de 2013

LA TOLERANCIA...palabras que dentro de la Masonería tienen un especial significado. Palabras como Tolerancia, Fraternidad, Trabajo, Justicia, Clemencia etc., encierran en sí mismas y en cada una de ellas conceptos que configuran el sentido de la Orden...”

LA TOLERANCIA

“Hay diversas palabras que dentro de la Masonería tienen un especial significado. Palabras como Tolerancia, Fraternidad, Trabajo, Justicia, Clemencia etc., encierran en sí mismas y en cada una de ellas conceptos que configuran el sentido de la Orden...”

Con este párrafo empezaba una plancha mía dedicada a la TOLERANCIA, de fecha 16 de abril de 1987. Por aquel entonces, yo era un joven Maestro Escocés de tres meses de antigüedad, miembro de la Gran Logia de España, y aún habiendo sido iniciado en el R.E.R., lo había sido en unas condiciones y bajo unas enseñanzas, que distan una eternidad de la enseñanza prodigada actualmente en la Masonería Rectificada el Gran Priorato de Hispania   Entresacaré no obstante algunos párrafos de mi trabajo de esa época, para hacer patentes, de una parte, la desviación en cuanto a postulados en que se encuentra la Orden masónica desde hace bastantes años, y por otra, lo que cabe pensar sobre la Tolerancia desde la óptica de la Masonería Tradicional, y en concreto desde la Masonería Rectificada y cristiana, así como mi propia evolución personal, a partir del estudio y aplicación de las nociones expresadas en nuestros rituales de los distintos grados y en nuestros textos doctrinales.

Decía yo en mi plancha referida: 
                 “...para que la fraternidad sea posible, es imprescindible la TOLERANCIA. Sin esa Tolerancia, sería imposible uno de los fines primordiales de la masonería: conseguir la fraternidad universal” 
y continuaba diciendo: 
                       “La práctica de la Tolerancia en una Institución como la nuestra –profundamente liberal y adogmática- es cuando menos delicada, puesto que una mala interpretación de esa práctica puede hacernos salir fácilmente de los márgenes y caer en la confusión y la irregularidad. Posiblemente por este motivo, la Orden sabiamente se basa en los “Antiguos Límites” o “Landmarks” para su funcionamiento. Los antiguos Límites, Usos y Costumbres, conjuntamente con la Constitución y Reglamentos Generales de la G.L.E., marcan los puntos de referencia que definen los márgenes de tolerancia para que el puente de la Institución no se rompa jamás.”

Resulta sorprendente leerse a uno mismo después de veinte años, pero es lo que había. Es lo que yo pensaba veinte años atrás.

Es curioso ver en mi exposición como, buscando referentes para situar la noción de Tolerancia que por aquel entonces yo creía justa, no encontraba otro referente sobre el que apoyarme que los antiguos Límites o Landmarks y la Constitución y Reglamentos de la G.L.E. Una alusión más para terminar: “Los antiguos Límites o Landmarks no admiten cambio. Precisamente en su último punto termina diciendo: “Que estos Límites no pueden ser cambiados”. Pero algo debería presentir yo en mi confusión, de que aquello no se aguantaba y no iba por el camino que debería ir, a tenor de mi conclusión a todo ello: “Así pues, seamos tolerantes en la construcción del Templo, pero cuidado en la colocación de las piedras, no vaya a ser que unos márgenes demasiado tolerantes nos lleven a desafiar la ley de la gravedad”

Esta plancha, es una muestra del estado de confusión en que, como Masón, yo me encontraba por esa época, y hace patente también el estado de confusión en que se encuentra gran parte de la Masonería de todo género, tanto regular como irregular –es de destacar, que esta plancha se hizo respirando los vientos que soplaban en la Masonería Regular anglosajona- ahora, y desde el mismo siglo XVIII, época en que tomó cuerpo la masonería conocida como especulativa y la reforma conocida como Masonería Rectificada. Dicha plancha nos recuerda también –sobre todo a aquellos sobre los que recae el gobierno de la Orden Rectificada- que hemos de estar muy atentos, porque la tendencia del ser humano es de desviarse del camino que debería seguir, para tomar cualquier derrotero extraño, pero que cueste menos de subir.

Volviendo al tema que nos ocupa, sin embargo, hay que constatar que a nivel mundano, en nuestra sociedad, existe la idea que asocia ciertas palabras con la Institución Masónica. Es lo que sucede con palabras como TOLERANCIA y la trilogía que unos achacan a la Masonería y otros a la Revolución francesa, que reza: Libertad, Igualdad, Fraternidad. La Mayoría de Aprendices que llegan a nuestras Logias, lo hacen imbuidos de estos valores, esperando encontrar su desarrollo en nuestra Orden, y además, acostumbran a ser temáticas que gustan tratar en sus planchas, en detrimento de aquellas otras que deberían tratar, propias a su formación y que figuran en nuestros Rituales Rectificados.

Pero como podéis ver, nadie está libre de pecado, yo también, cuando mi etapa de Aprendiz, Compañero y Maestro joven, pasé por la etapa de querer escribir sobre los grandes temas que preocupan al hombre, aunque también podréis observar, que aquel que quiere, tiene voluntad de ello y busca profundizar, acaba encontrando en la doctrina Rectificada respuesta a estos valores, si bien en otra perspectiva.

Si buscamos la palabra TOLERANCIA en nuestros rituales Rectificados, tendremos trabajo en encontrarla. A lo sumo, una alusión de pasada en la instrucción del grado de Maestro Escocés de San Andrés. No la encontraremos tampoco si la buscamos en nuestra Regla Masónica Rectificada y tampoco la hallaremos, si la buscamos en la Biblia. Luego entonces, ¿qué sucede? ¿acaso podemos considerar la Masonería Rectificada como intolerante?, ¿qué nos dice la Masonería cristiana al respecto?

El asunto es de suma importancia y tocante a la esencia misma de la masonería, a la concepción que de la misma nos hagamos. Todos vosotros sabéis, que la Masonería no se puede contemplar como un hecho monolítico. Hay que hablar forzosamente de distintas masonerías, fruto del estado de confusión en que se encuentra la condición humana, sin embargo, casi todas ellas se definen como iniciáticas. Hay que preguntarse entonces, qué entienden por Iniciación. A partir de aquí, podemos encontrarnos con definiciones y respuestas para todos los gustos, tantas como opiniones distintas pueda tener el ser humano.

Para centrarnos u “orientarnos” como diríamos los masones, tomaremos la definición que de la Iniciación se hace la Masonería tradicional, que es donde se sitúa el Régimen Escocés Rectificado. Yo mismo, la definía en una conferencia que impartí en un ciclo organizado por la Caixa de Sabadell, del siguiente modo:

“La iniciación, como algunos autores han dicho, "es la transmisión de una influencia espiritual". Es un segundo nacimiento, un nacimiento a otra realidad "más elevada" en la jerarquía del Conocimiento, entendiendo todo ello como la ciencia del Conocimiento de Dios. La iniciación, es una operación por la que se pone en funcionamiento un proceso de renovación y reconstrucción del ser interior del hombre, en particular a nivel de un estado de lucidez de conciencia...”

“La iniciación, hace entrar al "profano" en un dominio sagrado. Por ello, todo lo que se dice y todo lo que se hace, debe, necesariamente, por una parte obedecer a las reglas de la ciencia simbólica - ya que el simbolismo es el lenguaje natural de lo sagrado - y por otra parte, desarrollarse bajo las formas inmutables de un ritual - ya que la acción sagrada es también por naturaleza ritual...”

Creo que queda de este modo bien definido el objeto de la Iniciación, y del género de “trabajo” al que los Masones Rectificados nos dedicamos en nuestras asambleas, la Iniciación nos lleva a tratar asuntos tocantes a lo sagrado. Véase la distancia que empezamos a tomar aquí respecto de cualquier otra concepción de iniciación.

“¿Qué es la francmasonería¿” dicen nuestros rituales; respuesta: “Es una escuela de virtud y sabiduría, que conduce al Templo de la Verdad, bajo el velo de los símbolos, a los que la aman y la desean.”[1] El objeto de la Iniciación Rectificada es la búsqueda de la Verdad, de la Verdad absoluta que no puede ser otra que Dios. El reencuentro con uno mismo, para hallar esa chispa divina escondida en nosotros, y que de nosotros dependerá, que sepamos avivarla para convertirla en una llama, y de una llama a un fuego que consuma nuestro corazón para ofrecerlo simbólicamente en homenaje al Creador de todas las cosas. Este es el único fin de la Iniciación Rectificada y de cualquier Iniciación tradicional sea masónica o no.

En este proceso de pulir la piedra, solo podemos aspirar a la perfección. Aquí el “artista” no puede modelar a su capricho, sino que tiene que ajustarse al modelo. En este trabajo de pulir la piedra, los márgenes de tolerancia son muy estrictos. No podemos pasarnos ni quedarnos cortos. De lo contrario, nuestra piedra no encajará en este Templo que los Masones elevamos a la Virtud. En el nivel que nos situamos, y en función del objetivo que nos ocupa, no puede haber tolerancia.

“La verdadera Masonería es la Ciencia del Hombre por excelencia, es decir, el conocimiento de su origen y su destino” decía Joseph de Maîstre[2], el hombre contemplado ontológicamente, que para el cristiano es contemplarlo en cuerpo, alma y espíritu. Esto es lo que nos ocupa. Ahora bien, si hacemos como el resto de masonerías, que a sabiendas o no, han desplazado al Gran Arquitecto del Universo de sus trabajos, aunque lo continúen teniendo en su frontispicio –lo continúan teniendo pero han perdido conciencia de lo que representa-, luego, de alguna manera han dejado de contemplar al hombre desde un punto de vista ontológico para verlo solamente en sus aspectos contingentes, entonces sí, son precisas grandes dosis de tolerancia y mucha paciencia para tratar con él.


Pero cuidado, estaremos entonces ante una masonería que se ocupa solamente de los aspectos contingentes del hombre, de aquellos aspectos que sujetan al hombre a su naturaleza animal, que ignoran que el ser humano está dotado de inteligencia, y esa inteligencia le permite obrar en un sentido o en otro; estaremos ante una masonería, que a sabiendas o no, niega al hombre su trascendencia e ignora el origen divino del hombre, origen, oscurecido y eclipsado si se quiere a causa de la caída, pero que a pesar de todo continúa conservando una débil llama bajo montones de escombros.


Esa masonería, esta inmersa en la confusión y jamas podrá llevar la Luz sobre las Tinieblas, ni el orden al caos, porque ella misma es un caos. Ha perdido la noción de su nobleza de origen. No se puede definir la orden como una sociedad iniciática para decir a continuación que ésta es adogmática, liberal y tolerante respecto de todas las opiniones, porque precisamente es esta misma laxitud que les lleva a aplicar una tolerancia sin límites, donde se encierra el desorden de nuestro mundo. También es cierto, que esa manera de entender la masonería que no es tan ajena, vive ocupada en otros fines que no los nuestros y presenta el continuo espectáculo de escisiones y divisiones, que parece no tener fin y distorsiona la imagen de la Orden Masónica proyectada en la sociedad profana.

Cabe entonces preguntarse, ¿la Orden Rectificada es intolerante?, la respuesta es clara: en absoluto, solo que, en la tradición cristiana, lo que el mundo entiende por Tolerancia para nosotros es Caridad, y la Caridad es sinónimo de Amor. “Un nuevo mandamiento os doy: que os améis unos a otros...” [3] nos dice Jesucristo, sólo el amor al prójimo nos hará disculpar las faltas que nos haya podido hacer, verdaderas o imaginarias, sólo el Amor. ¿Cómo no ser caritativos con nuestros Hermanos? Dios lo fue con el hombre, y a pesar de la deslealtad del hombre fue clemente con él.


Esto nos es recordado en el grado de Aprendiz, cuando el Segundo Vigilante quita completamente la venda, y le muestra al nuevo Aprendiz, la palabra JUSTICIA, y las palabras del V·.M.·.: “Las leyes de la Justicia son eternas e inmutables. Aquel que asustándose por los sacrificios que ella exige, rechaza someterse a ella, es un cobarde que se deshonra y se pierde. No vaciléis pues nunca, Hermano mío, y sed justo hacia todos los hombres, sin tener en cuenta vuestras pasiones, ni vuestros intereses personales...” pero más delante se le muestra al Aprendiz, la palabra CLEMENCIA, y el V.·.M.·. continua diciéndole: “La Clemencia modera los rigores de la Justicia a favor de los que se someten generosamente a sus leyes. Usad pues la moderación con los otros hombres, cuando los encontréis culpables”. Y poniendo al nuevo Aprendiz a prueba, el Segundo Vigilante le dice: “Hermano mío, si vierais en esta Logia a uno de vuestros enemigos, ¿estaríais dispuesto a perdonarle? [4]. Sólo después de haberse asegurado de su capacidad de perdonar, de haberse asegurado de la capacidad de ejercer la Caridad, incluso respecto de sus enemigos –cosa que solo exige el cristianismo- el Primer Vigilante confirma al Venerable Maestro, que el Aprendiz ha pasado con éxito las pruebas de la Justicia y la Clemencia.


Nuestra Regla Masónica, en su Artículo Sexto, Iº, nos insiste en la Caridad hacia los demás: “Ama a tu prójimo como a ti mismo, y no le hagas jamás aquello que no quieras que te hagan” y más adelante nos lo dice más explícitamente: “Perdona a tu enemigo; no te vengues de él más que por tus buenas obras... Acuérdate siempre que éste es el triunfo más bello que la razón pueda obtener sobre el instinto, y que el Masón olvida las injurias, pero jamás las buenas obras[5]. Sin dejar la Regla Masónica, en su Artículo Octavo, Parte IIª, nos indica cómo debemos actuar, como debemos dar sentido a nuestra Caridad, de qué manera ser “tolerantes” respecto a aquellos que creamos equivocados: “Si esta en el error y se extravía, vé a él con las luces del sentimiento, de la razón y la persuasión; conduce a la virtud a los seres que titubean, y levanta a los que están caídos” .

He ahí el modo en que debemos ser tolerantes y ejercer la tolerancia respecto a nuestros semejantes, respecto a nuestros Hermanos, poniendo en práctica la Caridad, el Amor. Nosotros tenemos un contexto propio, marcado por la Religión, que delimita, pero también enseña y nutre, el ejercicio de la Caridad. Si dejamos la Religión de lado, ¿cómo podremos ejercer la tolerancia? ¿quién va a poner coto a la misma? ¿la razón humana?. La razón humana es relativa, y no habrá ningún límite a la tolerancia que la satisfaga, y la tolerancia sin límites, no nos acerca sino al abismo.

Con esto, creo que queda claro, lo que debemos entender por tolerancia, desde que perspectiva debemos contemplarla de manera coherente a la luz de las enseñanzas de la Masonería Rectificada y lo que debemos pensar cuando oigamos martillear en nuestros oídos la palabra TOLERANCIA.


Ramón Martí Blanco
Gran Maestro y Gran Prior ........ (Actualmente Gran Maestro emerito  del Gran Priorato de Hispania ).
Segovia, 17 de junio del 2007







[1] Ritual de Aprendiz. Catecismo por Preguntas y Respuestas, 1ª Sección, pág. 117

[2] LA FRANCMASONERÍA Memoria dirigida al Duque de Brunswick – Joseph de Maîstre, Ediciones Marsay - 2001.

[3]  Jn 13, 34

[4] Ritual de Aprendiz, pag. 86  


[5] Ritual de Aprendiz. Regla Masónica, pág. 129







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